Dice Fernando Neira en su crónica para El País. “cuidado con la competencia, Shakira”, pero esta vez tengo que estar en desacuerdo con él: espero y deseo que Javiera Mena jamás sea competencia de Shakira, ya tuve una desilusión con la colombiana (me encantan sus dos primeros discos y me estoy recuperando de su estrepitosa caída al vacío) y no me gustaría que también me pasara con la chilena.
Javiera, más elegante que nunca, apareció en escena con un traje rojo de charol, muy atrás han quedado aquellas actuaciones en donde comparecía con vaqueros y camiseta corriente. Y sin embargo, a pesar de esta imparable subida al olimpo de las diosas del synthpop/ electropop /indie pop latino, sus actuaciones siguen manteniendo esa especial intimidad con sus seguidores. Esta vez no tuvimos bailarinas, Javiera se bastó ella sola para llenar el escenario de la sala Ocho y Medio, aunque estuvo acompañada por dos músicos, dejando el resto a ese portátil que le costó un disgusto en el Tomavistas, cuando le falló. Pero esta noche hubo conjunción planetaria, como cantaría más tarde, y nada falló, todo fue pura sincronía.
Un golpe de batería y una música sugestiva daba paso a ‘Cerca de ti’, para empezar a coger ritmo con ‘Dentro de ti’ o ‘Sincronía pegaso’. Pero esto era solo el momento previo a la tormenta bailonga que nos envolvería, cuyo epicentro sería ‘Intuición’ (sin Li Saumet, de Bomba Estéreo) y, mi favorita, ‘Los olores de tu alma’. Lejos de permitir que el ritmo decayera, ‘Escalera’ dio paso a la parte más electrónica de la velada, una especie de rave que envolvió a ‘Estrella’, ‘Otra era’ y remató con un discurso dirigido a su fiel público español. La chilena reforzó esa comunión con la audiencia al hilar ese discurso con ‘Todas aquí’.
Hubo momento para rescatar temas de sus primeros discos, engatusando a sus nuevos seguidores y otorgando un guiño nostálgico a los ya enamorados hasta las trancas.
‘Mujer contra mujer’ provocó euforia emocional, que aprovechó para retomar la rave final con ‘Espada’, ‘Luz de piedra de luna’ y, finalmente, ese ‘Espejo’ en donde solo existe la verdad, la de Javiera Mena.